lunes, 8 de marzo de 2021

El aprendizaje de la violencia en los contextos educativos: entre adolescentes y jóvenes

A continuación voy a reproducir la charla que di el 4 de marzo de 2021 en la Facultad de Ciencias Sociales de Talavera de la Reina dentro de las Jornadas: “Igualdad entre sexos. Una reivindicación pendiente”. Un título muy acertado porque el Feminismo en la actualidad está viviendo un momento crucial y visibilizar que el origen de la opresión patriarcal es el sexo y que las oprimidas por este sistema somos las mujeres es absolutamente necesario, aunque parezca obvio. Citando a Brecht: “Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio.

Pasemos pues a analizar los tiempos que vivimos en el contexto de la educación secundaria:

-Empecé a trabajar como profesora en el curso 98/99. Eran tiempos de cambios de leyes educativas, se estaba implantando aún la LOGSE y se hablaba mucho de renovación en la educación. En el curso anterior, cuando hice el CAP (curso de aptitud pedagógica necesario para ser docente) e hice montones de cursos de formación para el profesorado en varios CPRs (centros para formar al profesorado que ya no existen en Castilla La Mancha) se nos hablaba de la importancia de introducir en el currículo la educación para la igualdad entre hombres y mujeres y la educación afectivo-sexual, de hecho, un tema transversal incluido en el currículo se llamaba así: educación para la igualdad. En la actualidad, en la ley educativa vigente (apunto que todas han sido modificaciones de la LODE y luego de la LOGSE) y en el currículo vigente de Castilla La Mancha se incluyen como objetivos generales tanto de la ESO como del Bachillerato la educación contra el sexismo y la educación en igualdad entre los hombres y las mujeres. Es decir, desde que soy profesora hay un mandato legislativo para que el profesorado forme al alumnado en valores de igualdad, en Feminismo, vaya. No obstante, la realidad del día a día en las aulas de secundaria, aulas que llevo pisando 23 cursos (salvo mis dos permisos de maternidad –que no bajas– y dos meses de liberada en funciones sindicales) todo esto no ha pasado de ser papel mojado. Sigo oyendo y escuchando en todos los foros que es imprescindible introducir en el currículo la educación feminista, la coeducación; las legislaciones mandatan que se haga (recordemos la Ley Igualdad de 2007) y las legislaciones internacionales (CEDAW y convenio de Estambul) más de lo mismo. ¿Pero cuál es la realidad? Voy a centrarme en Castilla La Mancha, aunque la radiografía es bastante parecida en toda España:

1º-En Castilla La Mancha no hay responsables de igualdad en los centros (la ley de 2007 obliga a ello y estamos en 2021). Nunca ha sido un eje prioritario de la inspección educativa este tema. En un curso del Instituto de la Mujer de este año, mientras Carmen Ruiz Repullo hacía su ponencia, tuiteé a la Consejería de Educación para volver a hacer notar este hecho. La contestación fue que en los Consejos Escolares (que como todo el mundo sabe la LOMCE dejó sin atribuciones reales) existe un responsable de igualdad, aunque yo formo parte del Consejo Escolar de mi centro (y hasta del Consejo Escolar Municipal de Tomelloso) y constato que esto no es así.

-Los currículos de secundaria siguen ignorando a las mujeres. Ni una sola mujer entra en el temario de la EvAU de Castilla La Mancha en la materia de Historia de la Filosofía y tengo entendido que esto ocurre también en el temario de Lengua Castellana y Literatura. Ana López Navajas demostró ya en 2015 que la presencia de las mujeres en los manuales de la ESO alcanza el ridículo 7.6 %, 109 manuales examinados de todas las materias de 1º a 4º de la ESO dieron estos resultados. ¿Cómo se aprende la violencia en los contextos educativos? Pues con la primera y principal: la violencia simbólica. La exclusión de las mujeres de la cultura se sigue transmitiendo con total normalidad, el sesgo androcéntrico del currículo escolar es el pan nuestro de cada día. Se sigue transmitiendo que las mujeres no hemos aportado nada importante a la historia de la humanidad y, por tanto, las niñas siguen careciendo de modelos vitales donde poderse ver reflejadas y a partir de los cuales poderse proyectar. Se habla mucho en todos los ámbitos (político, académico, social…) de igualdad, pero esto sigue sin traducirse en hechos. Es evidente que la realidad es bastante desalentadora. Yo, desde luego, he perdido la esperanza de impartir alguna materia específicamente feminista antes de jubilarme (para lo que aún me quedan más de 14 años), aunque lleve 23 años trabajando el Feminismo en el aula porque así lo dice la ley. Cosa que también me ha costado insinuaciones veladas de “adoctrinamiento”. Tiene gracia que educar en la igualdad sea tildado de “adoctrinar” pero transmitir el androcentrismo y la misoginia sea visto como neutralidad valorativa.

-Aparte de la legislación y los currículos, ¿cómo está la situación en las aulas de secundaria y entre los y las adolescentes? He de decir que durante estos 23 años sí he notado cambios. Cuando empecé a trabajar había cierta apertura del alumnado a tratar estos temas. No obstante, la gran mayoría percibía que el Feminismo era algo pasado de moda, porque en nuestro país la igualdad, decían, ya se había conseguido. Toleraban bien que se trataran temas históricos o que se analizara la situación de las mujeres en otras partes del mundo, pero cuando tocaba analizar el contexto propio, todas y todos decían que sus casas eran igualitarias y ellas repetían que no habían sufrido ningún tipo de discriminación y menos de opresión. Mostrarles datos ayudaba a salir de la ensoñación de la igualdad. Después vinieron unos años “rarunos”, los llamo yo, porque me sorprendía con alumnas de 4º de la ESO que me hablaban del Patriarcado (yo me emocionaba cuando me las encontraba) y a la vez, esas mismas alumnas, hablaban de la prostitución (esclavitud sexual) como de un trabajo y hasta a veces decían que era un trabajo “empoderante”… Estos han sido los años en los que se ha hablado de la cuarta ola, ciertamente creo que ha existido y existe, aunque la cantidad de mujeres que se han ido sumando al movimiento feminista no ha ido acompañada de la concienciación y la profundidad en las reflexiones que sería necesaria. De todos modos, más de cinco veces comprobé que alumnas que manejaban este discurso en 4º de la ESO llegaban a 2º de bachillerato habiendo entendido que la prostitución había que abolirla, lo que no implica nunca estigmatizar a las mujeres en situación de prostitución y sí poner el foco en el proxeneta y en el putero. Junto a este grupo de chicas muy implicadas en el tema, empecé a encontrarme grupos de chicos reacios a tratar el asunto de la igualdad, con una actitud claramente beligerante y, por supuesto, negacionista de la violencia machista. Empezaron los discursos de las “feminazis”, del “hembrismo” y de las denuncias falsas. Por más datos que mostraba, por más veces que mostraba noticias de todos los periódicos (desde los más liberales y conservadores hasta los tenidos por diarios de izquierdas) daba igual. Negaban los datos que las instituciones (el CGPJ, el INE y hasta la RAE) ofrecían. Sí, he dicho RAE, porque la batalla del lenguaje también es importante y acudir a las entradas de las palabras hombre y mujer que aparecen en el diccionario de la RAE es esclarecedor. Si le añadimos las mil acepciones que recoge el diccionario para llamar “putas” a las mujeres, la acepción de palabras como cojonudo frente a coñazo y que entre el alumnado se sigan repitiendo los mismos mensajes que yo repetía cuando era alumna (los chicos que tienen muchas novias siguen siendo “machotes” y las chicas que tienen muchos novios siguen siendo calificadas de “putas” –sí, esto sigue pasando en las aulas del siglo XXI–), la situación nos lleva a un desesperante día de la marmota.

Por cierto, la JCCM hace ya años que legisló para incluir el lenguaje inclusivo en todos los documentos y en todas las instancias públicas; pues bien, en el claustro inicial de este curso volví a señalar la importancia de nombrar a las profesoras y no solo a los profesores, a las alumnas y no solo a los alumnos y a los padres y no solo a las madres (aquí siempre se habla de madres, qué curioso) y volví a toparme con la incomprensión de gran parte del claustro.

    Los años pasaban, fui madre e incorporé a mi acervo vital no solo mis experiencias como mujer y como feminista, también mis experiencias vitales como madre. Las relaciones sociales que conlleva la maternidad dan para escribir un libro y la ausencia de relatos sobre maternidades reales hasta dentro del discurso feminista darían pie a una tesis doctoral. Pero voy a centrarme en un hecho que me llamó poderosamente la atención. Mi hija, que hoy tiene 15 años, me pidió cortarse el pelo cuando tenía 8 o 9 años. Por supuesto, se lo corté. Al día siguiente vino llorando del colegio porque un niño le había llamado “Eleno”. Esto me sorprendió muchísimo pues mis hermanas y yo (somos 4) siempre llevamos el pelo corto y nadie nos dijo nunca nada. De hecho, muchísimas niñas de entonces llevábamos el pelo corto y no pasaba absolutamente nada. Me sorprendió, porque más de 30 años después mi hija debía enfrentarse a una cosa nueva que yo, docente feminista, creía más que superada: los estereotipos sexistas. Es cierto que ya me había percatado de que comprar ropa unisex era tarea imposible y me llamaba la atención los pasillos interminables rosas y azules de las jugueterías (después de llevar décadas concienciando sobre que los juguetes no tienen sexo y que no hay juguetes de niñas ni de niños). Comprobé que la socialización de mi hija estaba siendo más estereotipada y sexista que la mía, lo que me alarmó muchísimo y terminé de tomar conciencia de la realidad el día que fui a comprar un estuche escolar y me preguntaron: ¿para niña o para niño? A lo que contesté, para los bolígrafos y los lápices.

Paso a centrarme, pues en la realidad de las niñas y adolescentes de hoy, que como he adelantado, no es una realidad nada halagüeña (lamento no transmitir buenas noticias).

-Las chicas de hoy viven una realidad donde se las hipersexualiza a edades cada vez más tempranas, comparten aulas con chicos que tienen acceso a la pornografía desde los 8 años (según muestran los estudios), el mito del amor romántico sigue siendo el leitmotiv de la mayoría de las películas y series destinadas al público adolescente y los cánones de belleza impuestos, especialmente a las mujeres aunque desgraciadamente los varones también se incorporan a este mundo del consumo de cuerpos perfectos- siguen torturando la adolescencia de nuestras chicas. La adolescencia es una etapa de por sí complicada y difícil, pues bien, ellas lo tienen aún más difícil de lo que lo tuvimos nosotras. Vamos con los datos:

-El 48 % de las adolescentes españolas reconoce haber sufrido acoso sexual online, el 72% de los chicos usan pornografía para aprender educación sexual y el 29% de las chicas (noticia del 2 de marzo de 2021 de amecoPrees que se basa en el estudio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género)

-Más del 10% de las adolescentes españolas ha sido insultada o ridiculizada por su pareja, ha sufrido un control abusivo (incluye ceder contraseñas de móvil y de redes sociales), ha sido aislada de sus amistades o presionada para realizar actividades sexuales que no quería practicar. (Estudio Menores y Violencia de Género de la Delegación de Gobierno contra la VG publicado en 2020). Quiero resaltar el dato del 3,4% que ha sufrido agresiones físicas.

-El 19,3% de las mujeres jóvenes que han tenido pareja alguna vez ha sufrido violencia física y/o sexual y el 46,1% ha sufrido algún tipo de violencia psicológica (mayor incidencia que en mujeres de más edad según muestra la Macro Encuesta de Violencia contra la Mujer de 2019)

¿Qué hacemos en la educación secundaria para frenar todo esto? Nada, salvo depender del voluntarismo de muchas profesoras feministas que nos dejamos la piel en las aulas para trabajar estos temas, contra la oposición de gran parte de nuestros claustros y ante el ninguneo constante de nuestras autoridades educativas que nunca, nunca nos consultan sobre las medidas legislativas, los programas educativos o las acciones que se pueden llevar a la práctica.

En lugar de marcarse como prioridad frenar estas cifras que todo indican que van a ir en aumento, se priorizan otra serie de medidas que no ayudan y que más bien confunden. No hay ningún protocolo contra la violencia machista en el ámbito educativo, cuando a diario los niños de 2º de la ESO toquen el culo a las niñas, lo que se sigue considerando cosas de niños en los centros. Sin embargo, hace tres cursos se realizó un protocolo de acompañamiento al alumnado trans, al que se le dio publicidad y para lo que se mandaron varios correos a los centros docentes obligando a formar al alumnado y al profesorado en temática trans. ¿Para cuándo un protocolo contra la violencia machista? ¿Para cuándo dar publicidad a la coeducación y obligar a formar en feminismo al alumnado y al profesorado? Además, este protocolo convierte al profesorado en policías del género y nos obliga a notificar aquellas conductas de nuestro alumnado que se no correspondan con su género (¿pero no decíamos que no había cosas de chicos y de chicas?).

Por otro lado, en los cursos de formación del profesorado hace tiempo que se viene repitiendo el “mantra de la identidad de género”, cuando el género es el conjunto de estereotipos y roles que el Patriarcado asigna según el sexo y, por lo tanto, el instrumento para oprimir a las mujeres. ¿Cómo puede ahora defenderse que es una identidad? ¿Se puede legislar como identidad la opresión de la mitad de la humanidad? 

Se llevan talleres a los centros donde se les explica al alumnado que el género se encuentra en el cerebro, el sexo en los genitales, la expresión de género en la vestimenta y la orientación sexual en el corazón. En serio, que haya que combatir ahora el neurosexismo, que haya quienes se dicen feministas que hablen de cerebros rosas y azules o de identidades innatas al margen del cuerpo (volviendo a Platón y a la idea del cuerpo como cárcel del alma) es tremendamente descorazonador. Sobre todo, porque estos talleres deshacen el trabajo de años que las profesoras feministas estamos haciendo de forma callada, pero constante. Porque la reacción patriarcal es tan fuerte que el alumnado hace tiempo que no escucha y para poder trabajar estas cosas es necesario tener cercanía con el alumnado, haberse ganado su cariño previamente y su respeto. Solo así escuchan y se abren a la posibilidad del análisis y la crítica de la realidad en la que vivimos, objetivo de toda educación feminista (y toda educación).

Para terminar, baste lo expuesto y hasta mi tono indignado, como grito desesperado de una docente feminista que se siente sola, luchando contra viento y marea, que desea que las palabras se conviertan de una vez en realidad y que por fin el feminismo sea valorado como lo que es: una teoría filosófica y política, con más de tres siglos de elaboración teórica y de praxis que ha incidido en el cambio del mundo y que apuesta por seguir cambiándolo, porque solo un mundo donde la mitad de la humanidad también esté incluida en él, será un mundo justo. Si, como dice Amelia Valcárcel, “el feminismo es el hijo no querido de la Ilustración”, la educación feminista o coeducación es la hija favorita del feminismo, una hija que hace años se hizo mayor de edad y que exige entrar ya en todas las aulas de secundaria de nuestro país.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Patriarcado y Capital: vivos, fuertes y jodiéndonos la vida (como siempre)

Es difícil iniciar este artículo. Me gustaría conseguir que se entendiera lo que quiero exponer o, mejor dicho, tener la suficiente habilidad para hacerme comprender. No obstante, percibo que últimamente los discursos están viciados y no conseguimos centrar el debate en lo que se dice, sino en quién lo dice o cómo lo dice. Es un hecho que me preocupa sobremanera, porque creo que el Capital nos gana hasta en esto. Nos ha metido en lo superfluo y nos marca la reflexión, cada vez menor y más efímera, consiguiendo ganarnos siempre, puesto que en eso de vender humo y de confundir medios y fines el Capital es inigualable.

He de confesar que las elecciones norteamericanas las he seguido con recelo, sin entusiasmo y con desconfianza. A fin de cuentas, ¿qué novedad podría aportar quién ocupase el sillón presidencial de la cuna del capitalismo y el imperialismo? Por supuesto, Trump y su discurso machista, racista y carente de toda lógica no era mi favorito. Hillary tampoco gozaba de simpatías por mi parte, sabiendo que es una de las causantes de los miles de muertes que trajeron y traen las guerras imperialistas de Libia e Irak, junto con la responsabilidad de haber armado al ISIS. En fin, que tanto uno como otra me generaban los mismos miedos e incertidumbres, puesto que la victoria de una hacía posible una Tercera Guerra Mundial y la victoria del otro significaba que el machismo y el racismo más ramplantes repuntaban de forma significativa.

Cierto que muertos sobre la mesa pueden ponerse de todas las partes. Nadie duda de las muertes del imperialismo “yankee”, aunque sí parecen minimizarse y menospreciarse las muertes del terrorismo machista internacional que suma millones de feminicidios, desapariciones, violaciones y toda clase de vejaciones contra las mujeres por el mero hecho de serlo.

Así las cosas, me topo con una reflexión sobre el tema que escribe y publica Lidia Falcón en el diario público.es con el título “Antes un monstruo que una mujer”. Reflexión que conozco por ella misma en una ponencia que ofrece en el XXVII Feminario celebrado en la ciudad de Córdoba por Palem (Plataforma Andaluza de apoyo al lobby europeo de mujeres). Feminario al que he tenido la suerte de asistir y en el que he aprendido y disfrutado muchísimo y todavía más.

El artículo de Lidia Falcón reacciona contra las feroces críticas que ha recibido Hillary en redes sociales por parte de la izquierda transformadora española (esa que a mí me gusta considerar izquierda, ciertamente, frente a la socialdemocracia y el socio-liberalismo que han copado el poder en nuestras instituciones –desde hace décadas y en la actualidad con los llamados “nuevos” gobiernos del cambio–). Y este posicionamiento de Lidia Falcón provoca una oleada de críticas hacia ella y hacia su lectura de género sobre el tema que me cabrean tanto como para ponerme a escribir sobre el asunto.

He leído y releído el artículo de Lidia Falcón varias veces. La primera lectura me gustó, la segunda me hizo discrepar en pequeñas cosas y la tercera me reafirmó en creer necesaria una lectura de género sobre la cuestión. Y esta lectura no viene a decir que Hillary es maravillosa, icono del feminismo y del izquierdismo y cosas por el estilo, ¡qué a veces reducimos y simplificamos demasiado las cosas! Creo que lo que Lidia Falcón quiere hacernos ver es que el machismo está vivo, muy vivo y que por ello, hoy –como ayer– sigue siendo imprescindible la lucha feminista. Una lucha feminista, por cierto, que nunca el Partido Feminista de España (liderado por Lidia Falcón) ha desligado de la lucha de clases porque sabemos, desde hace mucho tiempo, que “Patriarcado y Capital son una alianza criminal”.

Así pues, no es que me desespere la victoria de Trump, no creo que el Capital deje que gane nadie que pueda hacerle caer (la democracia burguesa nunca será el método para alcanzar el poder real). Simplemente me reafirmo en la necesidad de mi feminismo de clase porque la derrota de Hillary, que parecía tener todo a su favor excepto la salvedad de ser mujer (que no feminista, que no lo es, porque si lo fuera no hubiera llegado ni a ser candidata porque en los partidos –aquí y allí– a las mujeres feministas se les relega a un segundo plano siempre –no vaya a ser que alcancen alguna victoria electoral y su visibilidad sea tal que pueda hacer moverse, que no peligrar, el tinglado patriarcal–) nos pone de nuevo los pies en el suelo y nos muestra que el Patriarcado sigue vivo y coleando.
Claro que al Capital financiero le venía bien la victoria de Hillary, pero ¿puede el Capital soportar que todo el trabajo de cuidados y el trabajo reproductivo pase a la esfera pública y pueda ser regulado y pagado? Que la mujer sea por fin ciudadana –sujeto de derechos–es algo que el correr de los tiempos no puede ignorar, por ello, seguir relegando el papel de la mujer a la esfera privada es la única manera de garantizar la gratuidad de todo el trabajo de cuidados y trabajo reproductivo. Que el Capital asumiera ese coste pondría en serio peligro al sistema, muy empeñado últimamente en vendernos como idílico la crianza con apego, la lactancia materna hasta que el niño tiene 5 años o más y mil fórmulas que intentan conseguir volver a quebrarnos la pata –insisto que al Capital le interesa muy mucho esto, razón por la que se alía perfectamente con el Patriarcado–. Sin embargo, dejar que una mujer asumiera el liderazgo público de una nación tan relevante como los Estados Unidos de América pondría en cuestión ese papel secundario que interesa que la mujer siga cumpliendo. Eso sería imposible de invisibilizar y sería un gran modelo que rompería moldes. Así que la derrota de Hillary a lo mejor convenía más al sistema, no lo ignoremos.

Por otro lado, se argumenta que Hillary representa el “stablishment” y que Trump ha recibido el voto del hartazgo, como si Trump representase alguna novedad o algún cambio. ¿Acaso alguien cree de verdad que Trump, empresario multimillonario, está jugando alguna batalla en favor de ningún derecho de la clase obrera? ¿Alguien puede ignorar que Trump consiguió ser candidato por su inmensa fortuna? ¿No representa Trump, mejor que nadie, la dominación del poder económico sobre el poder político? ¿No será entonces esto una lucha entre capitalismos en esa fase constituyente del nuevo capitalismo que se está gestando?

En resumen, si ambos representan al capitalismo, alguna diferencia tendrá que haber entre los dos candidatos ¿Será entonces el hecho de ser mujer una diferencia no baladí y sí a tener en cuenta en los análisis? ¿Por qué entonces hay que dar por válida esa equidistancia de gran parte de la izquierda transformadora como si esta batalla no fuera con nosotros y nosotras? Es una guerra del Capital consigo mismo, pero eso no implica que a nosotros y nosotras no vaya a salpicarnos esta batalla.

Por supuesto que el poder no se alcanza en las urnas. Por supuesto que la democracia burguesa no va a traer ningún cambio real. ¿Quiere significar esa equidistancia que abandonamos completamente la batalla electoral o significa más bien que sigue habiendo una ceguera para las cuestiones de género en el marxismo oficial? Porque no creo que a estas alturas de la historia alguien pueda afirmar que la batalla institucional no es relevante, que es una batalla que no tenemos que librar, aun siendo conscientes de que la transformación nunca llegará por las urnas. Pero es que, mientras que somos capaces de armar esa revolución que está por venir, digo yo que mejor será ir consiguiendo alguna que otra conquista. A no ser que declaremos que abandonar a la clase trabajadora y a las mujeres a la miseria solemne es el camino revolucionario, claro está.

Leo a menudo a compañeros y compañeras atacar la equidistancia y la neutralidad como estrategias que colaboran en mantener el status quo. Hago mía esta crítica y por eso creo que, en esto, tampoco debimos mantener nuestra equidistancia. Nunca he sido yo de males menores, bien lo saben los que me conocen un poco, pero creo que la derrota de Hillary debe servirnos para ser conscientes de que ni el Patriarcado, ni el Capital están preocupados y que siguen manejando los hilos del devenir de la Historia.

Por ello, más marxismo y más feminismo, aunque asumiendo que aún nos queda gran tarea en eso de concienciar, único camino real para convencer y así vencer.

Para quienes me argumenten que menuda verdad acabo de descubrir, que el mundo sigue dominado por el Patriarcado y el Capital, simplemente recordarles que estos tiempos que algunos llaman convulsos y nuevos y que siguen siendo los mismos necesitan seguir centrando el discurso en lo clásico. Porque falta tiempo para superar y a la “ansiada superación” no va a contribuir ningún “pos”, “trans” o “neo término” que queramos inventarnos. Y como es cierto que nombrar las cosas es crucial he creído imprescindible nombrar y escribir nuevamente lo que pienso.


Otro día más, que tengo para rato, aunque las ganas falten últimamente.

martes, 13 de octubre de 2015

Espacio de Encuentro Comunista. Crónica personal.

Han pasado cuatro meses desde mi última entrada. No soy persona de método y sí mucho de sensaciones, experiencias y hasta pasiones. No espere nadie encontrar aquí algo objetivo, teórico, impersonal. No sé si por demasiado ego o por poco, el caso es que asumí ya hace tiempo que no soy capaz de parcelar casi absolutamente nada; por lo que mi vida política, personal, laboral, virtual suele entremezclarse a menudo. Dicen las mentes preclaras que eso es una carencia, porque el marxismo es análisis, rigor y propuesta científica. Sea como fuere, la que aquí escribe tiene la profunda convicción de que el comunismo nace, antes que nada, de la fraternidad, de la capacidad de empatizar, de ser capaces de ponerse en el lugar de los demás. Por eso, me rebelo ante la noción fría y descarnada que se pretende imponer del comunismo y apelo a la necesidad de unir razones y afectos, de ser humanos, demasiados humanos (parafraseando la obra de Nietzsche). Baste lo expuesto para aclarar que lo que aquí se cuenta es únicamente mi relato personalísimo del encuentro, ni más, ni menos. Además, después del desierto político por el que deambulo últimamente, me satisface mucho volver a sentir la necesidad de escribir y compartirlo. Allá voy.

Por fin llegó el 26 de septiembre. Llevaba tiempo esperando la cita, lo que en mí puede ser bastante contraproducente, dado mi irrecuperable talante adolescente. Muchas elucubraciones, demasiadas conjeturas, alguna esperanza y una curiosidad infinita. A todo esto había que sumar la parte humana, que como ya he dicho, para mí siempre es la esencial. Por fin iba a desvirtualizar a gentes que llevaba tiempo queriendo conocer, especialmente, a Vigne y a Marat. Así que me levanté con todas las ganas del mundo, pero también con todos los reparos habidos y por haber.

Llegué al punto de encuentro y comenzaron los saludos. Gentes con las que me reencontraba, gentes a las que ponía cara después de muchas conversaciones y gentes de las que no sabía nada, salvo que acudían a un encuentro que iba dirigido a comunistas. No deja de sorprenderme que, a pesar de toda la mala prensa y la propaganda en contra, siga habiendo gentes que se identifiquen como comunistas. Me sorprende, me alegra, me esperanza porque resistir es vencer y tal cual está el mundo hoy en día en el que el neoliberalismo (el liberalismo de siempre, por otro lado) va apoderándose de todo y de casi de todos, sin embargo, sigue habiendo “incautos” que defienden la necesidad del comunismo.

He de reconocer que mi tendencia al pesimismo existencial, la historia de las organizaciones comunistas y mi nula creencia en la posibilidad de un cambio real a corto o medio plazo me hacen ser excesivamente escéptica e incluso burlona cuando escucho ciertas palabras rimbombantes y ciertas expresiones. No puedo dejar de reivindicar la actitud política de ser de mortadela con aceituna, lo que me hace alejarme de algunos planteamientos porque los entiendo viciados por costumbres que creo que nos aíslan, más que otra cosa. No obstante, no ahondaré más en ello porque el caso es que, incluso a mi pesar, las sensaciones positivas iban aflorando de forma natural en mí.

Al principio, todo parecía lo de siempre: un grupo de gentes que cogen la palabra porque les encanta escucharse a sí mismos y, sobre todo, que el resto les escuchen y les admiren. Lo siento, pero en las reuniones políticas me da la impresión de que se escucha poco y se habla mucho. Pero me sorprendió gratamente que todos hablaran de forma positiva hacia la iniciativa. Es más, en algún momento aquello parecía una catarsis, se sentía la necesidad de reencontrarse con gentes semejantes, de saberse muchos más de los que siempre pensamos ser. Sólo eso ya es positivo y ya hacía que el encuentro mereciera la pena porque, como señaló una compañera, creo recordar que dijo llamarse Carmen, el capitalismo nos iba ganando por goleada porque nos había metido dos goles: el individualismo y el consenso. Y así es, si hasta los comunistas tienen problemas para empatizar y confraternizar, apaga y vámonos; puesto que, en mi modesta opinión, el comunismo nace de una idea básica: tomar conciencia de que juntos somos más fuertes y organizados podemos llegar a ser imparables. Por tanto, mal vamos si entre comunistas no somos capaces de ir tendiendo puentes y tejiendo redes.

Otra compañera de Granada hizo que por fin entendiera que aquello iba realmente conmigo. Era una comunista del ámbito rural y expresaba la necesidad de que los compañeros de Madrid entendieran lo difícil que es pensar y vivir intentando ser coherente estando en la soledad más absoluta.  Y llegamos así al mismo punto con el que  casi iniciaba la crónica, cuando os contaba que allí se podía palpar las ganas de encuentro, las ganas de saberse más, las ganas de poder construir un espacio que se identifique como comunista. Un espacio que reivindique con orgullo su historia de lucha, que haga visible la lucha de clases y se sitúe claramente de parte de los trabajadores y trabajadoras. De hecho, así comenzó el encuentro, con un minuto de silencio para recordar los últimos fusilamientos del franquismo, con una defensa de los sindicalistas que están siendo perseguidos y con un afectuoso recuerdo de Alfon. Como primera toma de contacto, pues, resulta muy positivo que la sala se llenase, que se quisiera seguir por ese camino iniciado y que se hiciera evidente que sólo desde lo colectivo podremos construir ese contrapoder necesario para enfrentarse al Capital.

Era el primer encuentro y está todo por hacer y construir, aunque yo salí con ganas de más y creo que la gran mayoría también. Me gustó el sosiego que muchos transmitían, las ganas de hacer las cosas sin prisa pero sin pausa, la apuesta por un espacio (me parece muy acertada la fórmula porque no encorseta y recalca la necesidad del encuentro, de practicar la verdadera camaradería) al margen de lo electoral y con la idea de poner el acento en lo concreto, en las luchas que tenemos la obligación de afrontar y de cómo afrontarlas. Por supuesto que queda muchísimo por hacer, pero empezar a caminar es a veces lo más costoso y esto ya se ha hecho.


Para terminar, no quisiera dejar pasar la oportunidad de apuntar una crítica que hago con la intención de que sea constructiva. Los espacios públicos tienen un sesgo patriarcal que debemos conseguir cambiar. Hace falta, para ello, más mujeres que se atrevan a participar y, a la par, buscar fórmulas que posibiliten que nosotras nos sintamos con el respaldo suficiente para atrevernos. ¿Cómo? No sé, no tengo ninguna varita mágica, supongo que será un tema de reflexión colectiva que deberemos abordar porque la revolución será feminista o no será. 

Queda por tanto patente que es posible apartar los prejuicios, los recelos estúpidos y que ya va siendo hora de ponernos a practicar lo que decimos defender: la construcción colectiva del pensamiento y la unidad de acción. Seguimos.

sábado, 30 de mayo de 2015

Los alcaldes comunistas

Hay muchos ejemplos de Alcaldes dignos y valientes en Izquierda Unida y el PCE. Todas y todos conocemos a algún Alcalde que, sabiéndose depositario del orgullo de su pueblo, supo resistir y no doblegarse ante la tiranía de los poderosos, que siempre han pretendido (y pretenden) comprar voluntades. No contaron ni cuentan esos indeseables con quien no tiene precio y esa es la ventaja de no jugar al juego del capitalismo: una vez no se consiente en pasar por ser mercancía, el mercader nada tiene que hacer. La dignidad es la que permite saberse persona, no productos, y esa dignidad se fortalece cuando uno es consciente de que solo es el representante de la voz de su pueblo.
En mi pueblo, Socuéllamos, eso lo ejemplificó a la perfección don Ramón Parra Quevedo, comunista que ejerció como el primer Alcalde democrático y que narró su historia en un libro del que recomiendo encarecidamente su lectura. El libro se titula Memorias de ayer. Primeros 12 años de la transición democrática.
Parra, como era conocido entre mis vecinos, fue ejemplo de honradez, de compromiso con sus ideales y con su pueblo, de lucha por la justicia social. Fue un hombre libre que nunca renunció a su pasado ni a sus principios y que nunca cayó en el revanchismo, a pesar de llegar a ostentar el bastón de mando de un Ayuntamiento al que tantas otras veces fue llevado como preso.
Sin embargo, Parra no es un ejemplo aislado. El propio Cayo Lara, a escasos kilómetros de mi pueblo, se convertía en el año 1987 en Alcalde de Argamasilla de Alba y es más que conocida su anécdota en la que devolvía un presente al terrateniente de turno, para dejar claro desde el principio, que la voluntad del pueblo no está en venta y por ello tampoco la de su Alcalde.
 no hace falta que nos vayamos tan atrás en el tiempo para encontrar ejemplos de Alcaldes comunistas honrados, valientes y comprometidos con su pueblo. En el año 2003, justo cuando España iniciaba una explosión económica, cuando parecía que habíamos entrado a formar parte de los países que juegan la liga importante, cuando nos codeábamos con  presidentes de EEUU de tú a tú, Seseña elige de Alcalde a Manuel Fuentes, de Izquierda Unida y miembro del PCE. La tarea de Manolo como Alcalde fue difícil, porque conoció de primera mano las carencias de la democracia que tenemos. Una democracia donde los poderes económicos deciden más de lo que a veces sabemos o queremos saber, negando así realidad a la auténtica democracia (poder del pueblo es su estricto sentido etimológico).
No tengo el placer de conocer a Manolo personalmente, pero sí he seguido su trayectoria y,  haciendo un sencillo ejercicio de ponerme en sus zapatos, es fácil entender que tuvo que ser duro todo aquello. Es difícil encajar que, por denunciar ante los tribunales la especulación y la corrupción, uno termine denunciado por calumnias. Es complicado seguir cuando se quiere enmarañar todo y parecer que todos son iguales, cuando en verdad unos representan la Verdad y otros la mafia. Es costoso a nivel humano tener la suficiente resistencia para aguantar que el tiempo ponga a cada uno en su lugar.
Sin embargo, Manolo Fuentes ha demostrado que el tiempo le ha dado la razón. Las primeras jugadas de los poderosos no pudieron con la entereza de este buen hombre, que seguía confiando en la Justicia,  puesto que la única salida que nos queda a los que no tenemos amigos poderosos es confiar en que la Verdad, tarde o temprano, salga a la luz. Lamentablemente, tarda en llegar esa Verdad y por eso, a pesar de llevar razón en su lucha, el pueblo de Seseña no supo compensar todo ese esfuerzo y le quitó la alcaldía en 2011 al hombre que más alto ha sabido poner el nombre de su pueblo. Seseña pasó de ser conocido como la gran especulación de un autoproclamado Quijote a ser uno de los primeros sitios donde la mafia tuvo que aceptar que no está por encima del bien y del mal.
De los errores se aprende y por eso Seseña tiene nuevamente la oportunidad de hacer realidad el viejo eslogan del Partido Comunista que rezaba: “Quita un cacique y pon un Alcalde”. Seseña supo deshacerse de la especulación que representó el Partido Socialista en ese pueblo y hoy sabrá deshacerse de la cerrazón que representa el Partido Popular. Porque un pueblo que ha experimentado los presupuestos participativos, que ha vivido un Ayuntamiento abierto al pueblo y transparente, un pueblo que ha tenido un Alcalde que ha sabido luchar contra la corrupción como nadie (a pesar de la difícil situación personal que eso le acarreó), no puede ser tan ciego como para no devolver el bastón de mando a un hombre honrado, valiente y resistente.
No es casualidad que estos tres Alcaldes hayan sido y sean hombres que se dicen comunistas, porque quizá la heroicidad personal que les valoramos tenga mucho que ver con sus fuertes convicciones ideológicas. Porque la ideología  y los valores de uno no son un adorno, no son un capricho, son lo que explica nuestras decisiones y hechos. Se valora lo que se hace y estos tres hombres han hecho de la dignidad el motor de sus historias personales.
Para terminar, quiero resaltar la importancia que siempre ha dado Izquierda Unida a las políticas municipalistas. Frente a quienes han abandonado a sus pueblos a su suerte, Izquierda Unida ha defendido siempre la importancia de la política que se hace en los Ayuntamientos, porque es donde más fácilmente puede hacerse realidad el lema de “convertir a la Autoridad en Pueblo y al Pueblo en Autoridad”. Ojalá y Seseña sepa valorarse como pueblo el 24 de mayo y haga Alcalde a Manolo, porque eso significará que es el pueblo de Seseña otra vez el que gobierna las Instituciones.
Socuéllamos, 10 de mayor de 2015

martes, 28 de abril de 2015

CARTA ABIERTA A ALBERTO GARZÓN ESPINOSA


Socuéllamos, 21 de abril de 2015
Alberto:
Soy una militante de base de IU. Me costó dar el paso a la militancia, porque mi espíritu crítico no lo creía compatible con el trabajo en una organización, razón por la que milito desde hace escasos tres años, aunque he simpatizado siempre públicamente con IU y he sido votante de IU desde que tengo derecho a votar.
También soy una de las personas que ha firmado el Manifiesto “La militancia con Cayo” fechado el 2 de abril de este año. Suscribo ese manifiesto desde el principio hasta al final y me consta que, a pesar de la campaña orquestada contra él desde parte de la dirección de esta organización, es una iniciativa de militantes de base, de “mindundis” como yo cuya militancia política les/nos ocasiona más de un disgusto personal y más de un llanto y si seguirnos es porque la militancia la asumimos por cuestiones de conciencia  (un deber por deber, que diría Kant).  Un manifiesto que es un grito desesperado por defender la legitimidad de nuestro proyecto, el de IU y que extraña que algunos hayan tomado como un ataque hacia tu persona, porque no se lee eso en ese texto.
Por supuesto que una entiende que “los trapos sucios hay que lavarlos en casa”, que hay que asumir la organicidad y que hay que respetar a nuestros dirigentes, precisamente porque creemos que las organizaciones son más eficaces que la lucha individual y que ello requiere estructura y disciplina consciente. No obstante, “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” y la situación actual se resume a la perfección en la frase citada.
Los dirigentes de las organizaciones nunca deben olvidar su función de representantes y máxime cuando alardean de ser defensores de la democracia. Esta es la razón por la que me atrevo a escribirte de manera pública estas palabras. Sé que no contestarás a ellas, sé que alegarás que mi postura es pre-política, incluso puede que insinúes (tú o alguien de tu entorno) que me mueven unos hilos invisibles y peligrosos que están dirigidos por no sé qué mafia… No es la primera vez que me acusan de estas cosas, incluso en twitter he sido incluida en una lista denominada MafiaBankia, o algo así. Al principio me hacía gracia, me generaba risa, pero la verdad, a estas alturas me pone de un cabreo que no te cuento hasta dónde llega.
El caso es que no tengo ninguna animadversión contra ti en lo personal, es más, no te conozco. He intercambiado si acaso tres palabras contigo mientras nos hacían una foto en un acto público. Mi hermana y yo publicamos orgullosas esa foto contigo en nuestras redes sociales porque nos sentimos orgullosas de la filiación política que tenemos. Por aquellos entonces tú no eras candidato, creo recordar que ni se había planteado tal posibilidad. De hecho escribiste un artículo buenísimo (a mi juicio) sobre las primarias en los partidos políticos. Hablabas allí de que un partido político tiene que estar a la vanguardia  para construir hegemonía, y que hay que luchar contra la intromisión que supondría en las organizaciones de izquierda dejar que candidatos hechos populares por los medios de comunicación de masas, pudieran competir con otros menos conocidos teniendo una desigualdad manifiesta de partida.  Meses después cambiaste de idea y decidiste protagonizar unas primarias. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión y también tenemos derecho a seguir defiendo los mismos posicionamientos políticos, gocen o no de la aprobación de la mayoría. Por ello,  permíteme  que igual que alabé y alabo los argumentos que tú esgrimías para considerar poco convenientes unas primarias en una organización de izquierdas, ahora cuestione los posicionamientos políticos que has protagonizado en los últimos tiempos (especialmente el último año).
Sinceramente, me desconcierta que unas veces digas que sí, otras que no y otras que tal vez. Me inquieta que gastes más energías en contestar a los aplausos que te llegan desde las bases de otras organizaciones, que el que empleas en intentar ganarte la confianza de la base militante de IU (no sé si será cierto, pero parecer, lo parece). Porque claro que la militancia debe defender a su candidato, pero este también debe hacer lo posible por ganarse la confianza de sus bases y de dignificar el trabajo que estas hacen de forma callada y generosa. Por eso, cada vez que te escucho públicamente decir que la “nueva” IU que vas a construir bla bla bla, no es que me indigne, es que se me rompe el alma, tan claro como cierto. Porque recuerdo a muchas mujeres y muchos hombres que han dado casi todo (algunos incluso todo) por este proyecto, gentes voluntariosas y dignas que han puesto al colectivo por encima de sus intereses personales, gentes a las que tú con esas declaraciones les dices que no ha valido la pena su lucha y  su sacrificio.
No me leerás a mí justificar a ningún jeta, ninguno; a ningún sinvergüenza, ninguno; especialmente si son de los míos porque estos son los que me defraudan, ya que sigo esperando algo de esos que se dicen de izquierdas. Pero tampoco me gustan los oportunistas que aprovechan el descrédito de la política en general para aparecer como inmaculados y buenos ante los ojos de la gente. El discurso antipolítica es tan peligroso que no deberíamos permitirnos el riesgo de aplaudirlo, aunque ello tuviera algún rédito político. Porque la antipolítica es la antesala del fascismo y las crisis capitalistas ya sabemos lo que han traído y traen.
Así las cosas, resulta más que paradójica tu postura respecto a la conveniencia de no dividir más el voto de la izquierda y por ello apoyar una lista para el ayuntamiento de la capital cuya candidata reniega de las organizaciones (incluso de la de Podemos, que le es la más cercana) y que abre las puertas a la legalización de la prostitución. Me desconcierta tu defensa pública de la lista de Ahora Madrid por motivos de la unidad de la izquierda. Siguiendo con tu razonamiento, para las elecciones generales de noviembre, ¿tampoco tendremos que defender una candidatura de IU encabezada por ti? ¿Tendríamos que someternos directamente a Podemos, Ahora España, o lo que sea? ¿O sí habría que defender al candidato de IU, o sea tú, ya que  en ese caso no sería tan  perjudicial el hecho de dividir el voto de izquierdas?
Por cierto, que Podemos es de izquierdas es algo que hay que creer por cuestiones de fe, puesto que las declaraciones públicas de los integrantes de esta formación inciden, hasta la saciedad, en posicionarse como ni de izquierdas ni de derechas (lo que en mi pueblo siempre han hecho, curiosamente, las gentes de derechas) y, a lo sumo, llegan a defender posturas socialdemócratas que difícilmente pueden contribuir a la transformación social que nuestro país necesita y que IU viene defendiendo desde siempre. Si los pactos con el PSOE han sido criticados por parte de nuestra militancia por edulcorados (el último pacto más criticado por ciertos dirigentes aunque fue aprobado mayoritariamente por la militancia de IU), ¿por qué ahora sí hay que asumir el lavado de cara del capitalismo como el fin último a perseguir?
Ya sé que soy una simple profesora de filosofía de un instituto público, ya sé que soy de un pueblo de La Mancha y que acabo de llegar a esto de la militancia política, ya sé que la realidad es compleja y que algunos puede que no veamos. Pero, Alberto, por si las moscas y los equivocados no somos nosotros, no estaría de más que esa parte de la presidencia federal que tú pareces encabezar no ignorara que el error de Carrillo fue olvidarse de que su misión era ser la voz del colectivo, siempre del colectivo. Difícil es que las bases puedan hacer llegar su postura a las “altas esferas” si nuestras preguntas se interpretan como ataques y no como cuestionamientos legítimos de unas bases que no quieren que nadie decida entregar su organización a nadie. Y si es cierto que esta organización ya no sirve, dígannoslo ya, porque muchos y muchas estamos entonces perdiendo nuestro tiempo. Y el tiempo es la única posesión cierta que tiene el ser humano, pese a que el capitalismo nos haga vendernos por un salario. No utilicen prácticas del enemigo también con las bases, “un poco de  por favor” (como soy pueblo y no entiendo mucho, soy más de estas series que de “Juego de Tronos”, ea).
Siempre Salud y República

Esther Díaz Pedroche (militante de base de IU)

martes, 21 de abril de 2015

9 de Abril

Hoy, hace exactamente 38 años, se legalizó el Partido Comunista de España. Una larga posguerra y una dictadura atroz no consiguieron doblegar a aquellas personas nobles, dignas y resistentes que se enfrentaron con valentía y firmeza al fascismo.
La clandestinidad  y el exilio (el exilio por razones políticas, hoy renombramos casi todo no sé muy bien por qué) hicieron que “El Partido”, como se le llamaba entonces, adquiriera formas complejas que, sin embargo, permitieron la supervivencia de las ideas y los principios.
Yo tengo 40 años, así que no puedo recordar aquella fecha. Forma parte del imaginario colectivo de nuestro pueblo, sin embargo, la alegría de esas gentes que pudieron salir a la calle a gritar (y me consta que así lo hicieron) a viva voz que eran comunistas.
Es fácil hablar de la historia y reescribirla, es fácil mirar al pasado y juzgarlo desde los ojos presentes y es fácil, aunque rastrero y mezquino, ocultar que el PCE fue el principal protagonista en la lucha por las libertades y la democracia en nuestra historia más reciente. Sin embargo, ni la vida, ni la política, ni el amor (me permito esta licencia “poética”) suelen ser justos,  lo que explica que el pueblo español no recompensara como se merecía al PCE en aquellas primeras Cortes democráticas.
Bien es verdad que cuarenta años de adoctrinamiento no se quitan de un plumazo. Por más voluntad política, empeño o pedagogía que pusieron aquellas y aquellos diputados comunistas, no fue posible “asaltar los cielos”. Convencida estoy de que pusieron toda la ilusión, todas las ganas y todo el empeño por ganar, pero no consiguieron convencer, esa es la realidad. El dato no es baladí, porque estamos hablando de gentes de la talla humana, ética y política como Rafael Alberti, Dolores Ibárruri o Marcelino Camacho. (De haber existido twitter quién sabe si hoy estaríamos hablando de la República Socialista Española).
Así las cosas, 38 años después de toda esa lucha, de todo ese bagaje y de esa mochila, pareciera que algunas y algunos comunistas del siglo XXI quisieran inventar la rueda, ignorando la primera y más básica lección de cualquier comunista: juntos somos más fuertes y organizados somos mucho más capaces. Por esta razón, no alcanzo a comprender  la deriva ciudadanista y personalista de ciertos sectores del Partido Comunista. De verdad que intento entender la razón, la estrategia y la táctica mágica que nos va a llevar a construir hegemonía con un pequeño grupo de líderes y “lideresas” (de estas es verdad que hay pocas, vaya, vaya) que no tienen ninguna estructura organizativa detrás y mucho menos un pueblo consciente y convencido de que la batalla hay que seguir dándola, incluso después de haber conquistado las instituciones. Por más vueltas que le doy, no lo veo. Y por más que ando preguntando aquí y allá, la única respuesta que me dan es que “yo no entiendo”. Compañeras y compañeros, pues expliquen al pueblo lo que no entendemos: a mi vecino, a mi tía, al cajero del supermercado donde compro y a la médica del centro de salud de mi pueblo. Dejen de decirnos que no entendemos y hagan para que lo entendamos, si es que pueden.
Y es que, es difícil de entender que la estrategia ahora sea esconderse, no mostrarse, camuflarse. Es complicado comprender que la nueva política no mire de frente al enemigo, al capital, y le diga, aquí estamos y aquí seguimos, los comunistas de ayer, de hoy y de siempre. Es altamente complejo que alguien que ha interiorizado las imágenes de aquel 9 de abril de 1977 llenas de júbilo y alegría porque por fin las comunistas y los comunistas podían conquistar tranquilamente las calles, ahora tengan que aliarse con quienes abiertamente se declaran ni de izquierdas ni de derechas y que hoy, volvemos a constatar, que tampoco se suman a las reivindicaciones por la III República del cercano 14 de abril.

Espero que alguien sea capaz de parar esta deriva peligrosa, líquida y vacía. Confío, para lograrlo, en toda esa gente que tanto da, todo, sin esperar nada a cambio y que con tanto orgullo muestra su origen y procedencia allá donde va porque sabe que “el pueblo que olvida su historia está condenando a repetirla”. Esa militancia de base que es consciente de que para atrás, ni para coger impulso ha de ser quien nos guíe, porque hoy parece que tenemos que volver a luchar contra la clandestinidad, una clandestinidad que no se sabe quién ha elegido como estrategia. Es curiosa la vida, la política y el amor.

domingo, 8 de febrero de 2015

¿Dónde están los míos?

Los tiempos convulsos abren oportunidades, cierto. Para lo mejor y para lo peor. He oído otras veces que se abrían ventanas y he oído a otrxs que esgrimían los mismos argumentos de hoy. Parecían "buenxs", modernxs, guays. El tiempo luego mostró que eran pura pose y que sólo buscaban sillones propios. Los hubo también sincerxs en esa marcha, aunque luego comprobaron que allí donde iban tampoco conseguían cambiar nada. 
Sé de sobra también que las organizaciones a veces generan inercias difíciles de cambiar y que no siempre es bueno lo que se ha hecho toda la vida. Soy docente y me desesperan los claustros inmovilistas, siendo que los docentes debemos creer y practicar que todo se puede cambiar y mejorar. También sé que en esta parte hay quienes defienden sus sillones y quienes defienden los principios que han fortalecido y engrandecido un colectivo, una organización. 
Entre todo este barullo , sigo sin poder ver a los míos. Los necesito, porque solos nos vamos y ganan los de los sillones, los que los quieren conservar a toda costa y los que los quieren conseguir caiga quien caiga.
No me gusta que esto se presente como una competición, porque la izquierda es cooperación o no es
Confio en los que siempre han resistido y por eso quiere escucharlos. No es cosa de viejxs o jóvenes, es cosa de gentes de principios y de luchas de siempre. 
Entiendo y soporto la incertidumbre en los resultados, pero no la soporto en la gente de la que fiarme ni en los principios que han de regirme. Y la solución no puede estar en mi soledad, eso seguro, porque el individualismo es el triunfo del auténtico enemigo: el capital.
Escribo conforme me surgen las cosas y lo hago como desahogo.